Luego de leer el artículo de Jean Hebert Armengaud, «le credo antisémite de Hugo Chávez» (Libération del 09/01/2006), empecé a tener unas dudas. ¿Viviría yo en un país donde el presidente democráticamente elegido estigmatiza una parte de su población por su religión? ¿Será el chavismo un movimiento político antisemita? ¿Me habré vuelto tan ciego como para no poder ver los pogromos bolivarianos? ¿Me habré vuelto tan sordo como para no poder escuchar las llamadas al odio vociferadas desde el ejecutivo?
Mis dudas personales se despejaron apenas le di una simple lectura al título del artículo publicado en Libération. Porque, justo un poco más debajo de este título, apareció el nombre del autor de esta denuncia. Desde varios años Jean Hébert Armengaud ha descollado por propinar las más agresivas acusaciones en contra del gobierno bolivariano. Mis dudas cambiaron rápidamente para focalizarse en torno a la validez de la interpretación de las fuentes del periodista. Esto es, en su personalísima definición y praxis de deontología profesional.
El asunto no es trivial. Chávez es definido como un tremendo antisemita que utiliza los peores estereotipos sobre los adeptos del judaísmo en la misma línea del “protocolo de los sabios de Sion”.
El periodista de Libération nos informa que el delito tuvo lugar el día antes de Navidad, cuando Hugo Chávez visita un centro de alojamiento y de reinserción de indigentes en Miranda, en el estado Zulia. El 24 de diciembre, acompañado del Alcalde Mayor de Caracas y de unos ministros, el presidente de Venezuela visitaba un Núcleo de Desarrollo Endógeno, modelo bolivariano de una economía alternativa, ubicado cerca de Acevedo, en el Estado Miranda. El Núcleo de Desarrollo Endógeno no es en lo absoluto un centro de albergue de indigentes, y el estado Miranda, por supuesto no puede estar en el estado Zulia. Estas precisiones geográficas pueden parecer inútiles al lector francés, pero evidencia algo sobre el tipo de conocimiento que tiene el Sr. Armangaud sobre el país bolivariano, y pone en evidencia su capacidad para verificar sus fuentes. Esto es mucho más alarmante que lo que el autor del artículo de Libération arguye cuando invita a sus lectores a consultar la página web del Ministerio de Comunicación e Información venezolano como prueba de la locura antisemita de Hugo Chávez. Hemos seguido su consejo. La página web que presenta el discurso incriminado enseña las informaciones geográficas que acabamos de mencionar.
Entonces, o el Sr. Armangaud no ha verificado su fuente, o habla un español un poco machucado. En ambos escenarios, podemos apreciar el rigor de su investigación. ¿Porque, si la desinformación empieza en temas secundarios, qué va a decir sobre el “antisemitismo” del presidente Chávez?
Primero, debemos indicar que las referencias al Sr. Jesucristo hicieron una reaparición en los discursos del Presidente Chávez, tema este muy utilizado al inicio de su mandato. Los admiradores franceses del proceso bolivariano habrían podido extrañarse, durante el encuentro parisino en la alcaldía del distrito XI, al escuchar a Chávez decir que Cristo fue el primer socialista, y Judas el primer capitalista. Este discurso, difícil de entender desde un punto de vista ateo, de este lado del charco recibe un impacto importante. Además, el Cristo de Chávez está más cerca del de los teólogos de la liberación que del que asume la interpretación de Benedicto XVI. Se trata de un cristianismo que apoya a los más necesitados, de un cristianismo humano, puerta abierta a una alegría terrenal y temporal.
La historia de América Latina encierra esta división teológica. Muchos jesuitas salvadoreños, muchos padres revolucionarios guatemaltecos o peruanos han pagado con sus vidas su lucha al lado de los más pobres. La jerarquía eclesiástica, al contrario, a menudo ha acompañado a las dictaduras de extrema derecha que el continente ha sufrido. Hablar de un Cristo revolucionario o socialista, es hacer participar el sentimiento religioso en la guerra ideológica. A través de la teología, Cristo da a entender su voluntad de combatir la dominación de los poderosos. Chávez utilizó esta referencia en este sentido. La alocución del 24 de diciembre de 2005 se ubica en el contexto del nuevo uso de los relatos religiosos en los discursos del Presidente.
¿Qué dijo Hugo Chávez durante la víspera de Navidad? Es verdad que el periodista de Libération puede tranquilamente decir que el discurso está en la web del ministerio. Sin embargo, ¿cuántos lectores que confían aún en Libération irán a escudriñar un documento de 26 páginas en español para corroborar la verdad o falsedad del documento incriminado? Para aquellos atraídos de este tipo de corroboración informamos que el susodicho extracto está después de la página 15. Para que cada cual se dé cuenta de la presunta “ideología antisemita” del presidente venezolano, citamos la alocución:
« Acabo de leer esta madrugada el último informe de la Organización de Naciones Unidas sobre la situación del mundo y es alarmante por eso es que digo que hoy más que nunca antes jamás en 2005 años nos hace falta Jesús el Cristo, porque el mundo, el mundo, se está acabando el mundo cada día, cada día, la riqueza del mundo, porque Dios, la naturaleza es sabia, el mundo tiene agua suficiente para que todos tuviéramos agua, el mundo tiene riquezas suficientes, tierras suficientes para producir alimentos para toda la población mundial, el mundo tiene suficientes piedras y minerales para las construcciones, para que no hubiera nadie sin vivienda. El mundo tiene para todos, pues, pero resulta que unas minorías, los descendientes de los mismos que crucificaron a Cristo, los descendientes de los mismos que echaron a Bolívar de aquí y también lo crucificaron a su manera en Santa Marta, allá en Colombia. Una minoría se adueñó de las riquezas del mundo, una minoría se adueñó del oro del planeta, de la plata, de los minerales, de las aguas, de las tierras buenas, del petróleo, de las riquezas, pues, y han concentrado las riquezas en pocas manos: menos del diez por ciento de la población del mundo es dueña de más de la mitad de la riqueza de todo el mundo y a la… más de la mitad de los pobladores del planeta son pobres y cada día hay más pobres en el mundo entero. Nosotros aquí estamos decididos, decididos a cambiar la historia y cada día nos acompaña y nos acompañará mayor cantidad de jefes de Estado, de presidentes y de líderes.«
Ustedes notan que no hemos utilizado el signo de paréntesis (…), signo por cierto muy utilizado por parte de periodistas como Armangaud. Este signo permite, de la misma manera que en televisión, hacer un montaje del discurso original, incluso modifica el sentido o hasta le hace decir lo contrario.
Chávez comenta un informe de la Organización de las Naciones Unidas sobre el estado del mundo. Este extracto tiene por objetivo: condenar la apropiación personal de las riquezas naturales del mundo. Precisamente porque desde la época del Jesucristo, “UNAS MINORIAS” se adueñaron de estas riquezas robándolas a la mayoría.
Debemos advertir ahora que, en su apuro por descalificar al Presidente de Venezuela, el periodista incurrió en una imprecisión de traducción. “Unas minorías” se traduce por “des minorités”. Es decir, los diferentes imperios, potencias, clases burguesas, que a lo largo de los siglos se adueñaron de lo que otros llaman bienes públicos mundiales. Es decir, el Imperio Romano que condena a muerte al Cristo, la nueva oligarquía criolla que dejó morir a Bolívar desprovisto hasta de una camisa propia, o la burguesía capitalista dueña de los subsuelos de nuestro planeta.
El discurso de Chávez es claramente antiimperialista y antineoliberal, pero calificarlo de antisemita es un error innegable debido a un mal conocimiento por parte del Sr. Armangaud de lo que trata en su artículo.
Por otra parte, es el mismo periodista de Libération quien resalta el estereotipo antisemita para descalificar a Chávez. Jean Hebert Armangaud, con su manera de cortar y desencajar el discurso del Presidente, activa el sentimiento de antisemitismo inconsciente existente en la sociedad francesa. Hablar de una minoría que mató al Cristo y que posee las riquezas mundiales lastimosamente remite a la comunidad judía. De victoria en victoria de los diferentes tipos de antisemitismo, se convirtió en un significante de esta comunidad religiosa. Es lo mismo que el autor del artículo de Libération presenta al lector a través de un extracto depurado de su sentido inicial y de su situación de enunciación.
Sin embargo, considerando válida su lectura del discurso de Chávez, el periodista de Libération persiste. En su artículo siguiente, el gobierno de Chávez es acusado de perseguir a la comunidad judía mandando a unos encuestadores a hacer su trabajo en un centro hebraico. Al leer esta acusación, pensamos inmediatamente en la Noche de Cristal y en lo más vergonzoso que Europa hizo con las comunidades judías. No obstante, esta intervención ocurrió en el marco del asesinato del fiscal encargado de la encuesta sobre el golpe de abril de 2002, Danilo Anderson. Ningún juicio de “médicos judíos” pretextando la muerte de Danilo Anderson; ninguna inculpación resultará de la encuesta en el centro hebraico, sospechado de tener vinculo con el Mossad. La encuesta sigue sin tomar en cuenta la los orígenes étnicos, religiosos o nacionales de los asesinos del fiscal.
A Armangaud no le importan las mentiras ocultas. Una mentira repetida mil veces hace ilusión de verdad.
A Armangaud no le importa tampoco que el gobierno de Venezuela haya sido uno de los primeros en criticar al presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, por su propuesta de “desparecer a Israel del mapa”. Tampoco le importa que Ceresole se haya quedado aislado luego de meses de rodear al presidente Chávez sin impregnar el chavismo de una tendencia de antisemitismo de Estado.
Esta campaña sobre el supuesto antisemitismo de Chávez nos revela una nueva campaña de calumnia así como una tendencia al periodismo basura en Francia. Estos son algunos de los mecanismos más utilizados por algunos periodistas con no mucha ética: fuente original ignorada, transformación de informes u otros artículos a objeto de acompañar un propósito ideológico, insuficiente conocimiento del terreno y del objeto estudiado.
En esta tolerancia ante la práctica de la ignorancia, se difunde plácidamente el peligroso veneno de la desinformación.