El 9 de mayo de 2004, la gran mayoría de los venezolanos descubrieron un nuevo tipo de amenaza a la Revolución Bolivariana. Después del Golpe, del paro petrolero, de las guarimbas, se enteraron de la incursión de una milicia extranjera quien había venido en el objetivo de matar al Comandante Chávez y a altos funcionarios de la República. En este mes de mayo de 2004, más de cien paramilitares colombianos fueron arrestados en Caracas, en la finca Daktari; una propiedad del señor Robert Alonso que hoy en día pasea felizmente y en toda libertad por las calles de Miami. Los paramilitares arrestados fueron detenidos en la cárcel de Palo Verde donde están también altos representantes de la contra-revolución endógena, pero ¿cuantos se quedaron en Venezuela y para que ?
Una invasión silenciosa
Desde este evento, se popularizó entonces el tema del paramilitarismo colombiano sobretodo para asociarlo al sicariato (en contra de los dirigentes campesinos y sindicales), al secuestro y a la « vacuna », el impuesto que deben pagar los comerciantes para ser protegido por estos grupos. Sin embargo, estos problemas que todavía azotan al pueblo venezolano existían antes de la llegada de los paramilitares colombianos. Más bien, son delitos de derecho común practicado también por delincuentes venezolanos. Si la penetración de los paramilitares colombianos responde a la voluntad de conquistar espacios en el mercado del crimen, también responde a objetivos políticos e ideológicos.
A la diferencia del malandrismo y de las mafias locales, los paramilitares colombianos tienen una estructura, entretenimiento, y blancos militares y, sobre todo una ideología fascista que pretenden imponer al pueblo venezolano. Desde tres años, la población fronteriza ha debido enfrentarse a esta invasión silenciosa.
Aprovechándose de las fallas de los Estados regionales y del Gobierno Nacional en materia de seguridad, los paramilitares han podido, al inicio ganarse la simpatía temporal por parte de los habitantes de los barrios, liquidando a los integrantes de las pandillas locales del narcotráfico. Además, esta organización militar trabaja también en el sector del micro-crédito para la economía informal, o prestan a los comerciantes importadores los dólares que necesitan sin depender así del sistema de CADIVI. Este tipo de operación en dólares les permite también lavar una parte de su plata proviniendo del narcotráfico colombiano. Al fin y a cabo, la primera fase de esta ingerencia extranjera generó una pasividad de la mayoría de la población porque no estaban percibido por lo que realmente son. Y para los paramilitares, esta implantación en el terreno social les permitió avanzar en la realización de sus verdaderos objetivos políticos: reducir a los ciudadanos a un estado de terror e implantar una orden fascista.
El caso del Táchira
Hace más de dos años que se han podido escuchar en las calles de los barrios del Tachira la otra cara de la invasión silenciosa de los paramilitares colombianos. Por ejemplo, este chofer de taxi de San Cristóbal que recibió un préstamo de los paramilitares. Ahorra tiene que poner un disco a cada vez que se suba un cliente. Este podrá disfrutar entonces de un programa radial grabado vinculando la ideología y la música de los paramilitares. De no aceptar, lo pagaría de su vida.
Que dijeron estas mujeres de Rubio cuando llegaron los paramilitares en esta ciudad ? Ni se recuerdan seguramente. Pero si se recuerdan de esta noche donde volvieron a su casa después una rumba en el barrio. Se paro un carro. Los hombres a bordo les pidieron: « Que hacen ustedes caminando en la noche? » La repuesta fue de la mas clara: « ¿Que coño te importa? Volvemos a nuestras casas! ». El copiloto siguió preguntando: « Y además ustedes tomaron? ». « ¿Y esta prohibido pues? » le contesto una de las mujeres. Los paramilitares bajaron del carro y las secuestraron. No las violaron, no las golpearon, sino que las obligaron a limpiar la casa donde estaban reclusos, a cocinar, a lavar la ropa. Después de 10 días, las soltaron diciéndoles: « Este es su papel de mujer, si volvemos a encontrarlas en la calle de noche, las matamos. » Eso no ocurrió en Arabia Saudita, sino en el territorio de la Venezuela Socialista.
En la mayor parte de los casos, este régimen de terror se implantó con la pasividad o la complicidad de las fuerzas policiales venezolanas. En el mejor de los casos, ellos no hacían nada. Y a veces, por los delitos menores (pelea entre pareja, montacachos,…) incitan a la gente a dirigirse directamente a los grupos ilegales.
¿Como extrañarse ahorra de la presencia abierta del grupo paramilitar « Águilas Negras. Frente 40 » si desde hace tres años han construido fuertes redes subterránea y compraron « amistades » en los cuerpos venezolanos de seguridad? El único cambio es que ahorra se sienten suficientemente fuertes para desafiar el Estado y el Pueblo venezolano de manera abierta.
Por eso, las Águilas Negras repartieron en Rubio unos volantes donde se impone un toque de queda después de las 10pm, donde se amenaza de muerte a los homosexuales, jíbaros, prostitutas, cachonas y cachones, etc… Así mismo, pintaron la ciudad de graffiti no solo para anunciar su presencia (que no era un secreto para nadie) sino para afirmar oficialmente que ya tenían controlado el lugar. (cf. Fotos).
Hoy en día, en las localidades del Táchira, la vida social termina a las 10pm. En el caso contrario, unos paramilitares motorizados patrullando en los barrios se encargaran a paliza o a tiro de explicar al ciudadano venezolano que su concepción de la libertad ya no corresponde al orden fascista existente.
Frente a esos grupos, la pasividad que mostraron los tachirenses ayer se convirtió en un sentimiento de terror más fuerte día tras día. En la noche, un silencio glacial sale de las mismas ventanas de donde se escuchaba música hasta hace unos meses. La gente ya no grita ni canta sino que susurra para no molestar « a estos hombres ». Los territorios venezolanos controlados por los paramilitares colombianos se vistieron de temor.
¿Este terror paramilitar sería la repuesta por parte de los candidatos de oposición en Táchira al problema de la inseguridad? Basta con mirar la cercanía ideológica para responderse que no cabe la menor duda.
Una nueva Contra
En el contexto actual de la Revolución Bolivariana, esta conquista de espacios territoriales por parte de los paramilitares colombianos es muy preocupante. Gracias a la computadora del jefe paramilitar Jorge 40, y a los últimos escándalos de la parapolitica, ya no se pueden negar los nexos entre los paramilitares y la oligarquía colombiana al poder. El adueñamiento de parte del territorio venezolano corresponde entonces a una ofensiva militar de Bogota y de su amo de Washington. El paramilitarismo colombiano penetra el Táchira (y el Zulia) de la misma manera que operaba la Contra nicaragüense desde Honduras. Es decir que en la mayor parte de las fronteras terrestres, fuerzas extranjeras están socavando la integridad de la Nación.
Si nos recordamos la reactivación de la IV Flota estadounidense, y las maniobras militares que hizo el Imperio en el mar caribe, entonces no hace falta mirar un mapa para ver que la ofensiva militar contra Venezuela ya empezó. El país esta rodeado.
En el caso del terror paramilitar en Táchira, la repuesta del Gobierno y del Pueblo organizado debe ser contundente para liberar a nuestros compatriotas y botar esta basura hasta las profundidades del Río Magdalena.