Los resultados de la primera vuelta de la elección presidencial francesa son una verdadera cachetada para el campo progresista. De los 46.037.965 franceses inscritos en el registro electoral, 79.47% se desplazaron para votar. El candidato socialdemócrata, Francois Hollande, llegó de primero con 28.63% seguido de Nicolas Sarkozy con 27.18%. La hidra bicéfala que se comparte el poder desde el nacimiento de la quinta republica francesa en 1958 seguirá siendo la única opción política que tendrán los franceses en la segunda vuelta.
A pesar de una muy buena campaña electoral que movilizó la gente en concentraciones espectacular por todo el territorio, la izquierda y su líder Jean Luc Mélenchon llegaron en cuarta posición con un total de 11.10% de los votos. Este resultado es débil en comparación con el entusiasmo que había surgido con el nacimiento de esta nueva fuerza política: le Front de Gauche (Frente de Izquierda). Inspirándose en la organización del Frente Amplio de Uruguay, esta plataforma agrupa al Partido Comunista, al Partido de Izquierda (dirigido por Jean Luc Melenchon), y a movimientos sociales. Ha logrado imponerse como la nueva esperanza progresista en Francia.
Claramente antiliberal, radicalmente ecologista y socialmente avanzado, el Frente de Izquierda ha reivindicado a lo largo de la campaña los éxitos de los gobiernos latinoamericanos emancipadores. Una de sus propuestas centrales es la convocación de una Asamblea Constituyente. El propio presidente Rafael Correa, escribió una carta de apoyo al candidato Jean Luc Mélenchon. De ahora en adelante, el Pueblo de izquierda tiene donde agruparse y cuenta con un Frente político para representarlo electoralmente.
No obstante, el resultado del Frente de Izquierda fue una doble decepción. Por una parte, se estaba esperando un resultado mayor, y por otra parte el partido fracasó en su combate frontal contra del partido racista, le Front National.
Este partido terminó en tercera posición con un resultado récord de 17.90%. La candidata Marine Le Pen, la hija del fundador y líder histórico de este partido Jean Marie Le Pen, logró manipular los miedos que los franceses tienen con la crisis económica. El voto para Le Pen ya no es un voto de protesta como lo fue en el pasado. Sus electores votan de un lado por una ruptura con el bipartidismo liberal cuyos lineamientos son dictados por la Unión Europea, por otro lado se afirman abiertamente xenófobos a vincular la crisis con la inmigración, y la inseguridad con los musulmanes. Con una retorica robada a la memoria colectiva de la izquierda, Marine Le Pen se presentó como la única candidata antiliberal. En realidad, su programa impide la realización de avances concretos para los trabajadores y las clases populares. La única repuesta se resume a echar de Francia a los inmigrantes no europeos.
El incremento del voto de la ultraderecha tendrá que ser tomado en serio por el campo progresista tanto en sus estrategias electorales como en sus metas políticas.
Los otros candidatos realizaron resultados marginales. Francois Bayrou, el candidato del centro realizó 9.1%, la candidata promotora de un capitalismo verde 2.31%. Los dos partidos trotskistas (Nuevo Partido Anticapitalista y Lucha Obrera) fracasaron en su meta histórica de dividir la izquierda, realizando respectivamente 1.15% y 0.56%.
Los franceses designarán el próximo presidente el próximo 6 de mayo. Tienen una oferta política muy parecida a lo que representaba AD y Copei en Venezuela. Los dos partidos de Hollande y Sarkozy (Partido Socialista y Unión para un Movimiento Popular) supeditan sus decisiones a la dictadura de la Comisión Europea, o en el caso del actual presidente a los intereses de la Señora Merkel. Los resultados de la ultraderecha y del Frente de Izquierda revelan un cansancio de los franceses por este régimen político bipartidista. Sin embargo, y mientras el pueblo francés se decida a cambiar de orientación, el próximo presidente solo aplicará medidas que seguirá hundiendo el Pueblo francés en la crisis económica.